domingo, 22 de enero de 2012

Gilgamesh de Uruk

Dos tercios de él son divinos, el resto es humano. Es Gilgamesh de Uruk, aquel que visitó todos los lugares de la tierra y vivió todo lo que es posible vivir, vió lo oculto y supo de lo que no se podía saber, que venció al gigante Humbaba y rechazó a la misma Isthar por haber tenido demasiados amantes.


Sabemos de Gilgamesh por el famoso poema sumerio que cuenta las aventuras de su joven rey, que junto a su amigo Enkidú, vence a los gigantes y rechaza a las diosas.


Sin embargo rechazar a Isthar le va a traer muchos problemas a Gilgamesh, porque Isthar enfadada por su rechazo envia a la tierra el toro del cielo con el que pretende castigar a todos los hombres (ese si que es un castigo injusto y no copiar) pero Gilgamesh y Enkidú consiguen sin ayuda de dios alguno acabar con el toro e incluso el propio Gilgamesh se permite arrancarle medio culo al toro del cielo y lanzarselo a Isthar a la cara, mientras llora, más chulo que un ocho este Gilgamesh. ¡Tonterias de diosas con él ningunas!


Pero con las diosas y los dioses no se juega y Gilgamesh va a pagar su atrevimiento viendo como su amigo Enkidú pierde la vida.


Para vencer al triste destino de su amigo Gilgamesh emprende un viaje en el que va a ser perseguido por el propio sol, para conseguir una inmortalidad que sólo poseen entre los hombres Utnapishtim y su esposa, supervivientes del diluvio universal.



"¿A dónde vas, Gilgamesh?La vida que tú buscas nunca la encontrarás".


En este viaje los dioses le van a enviar a Urshanabi, junto al cúal cruza el mar y acaba con unos gigantes que eran los únicos que podían dotarle de inmortalidad.


Una vez reunido con Utnapishtim y su esposa le recuerdan que los humanos que huyen de su destino están condenados a la infelicidad. Pero Gilgamesh ha vencido gigantes, ha rechazado a diosas, se ha burlado de ellas y le ha ganado una carrera al propio sol, la inmortalidad es lo único que le queda por conseguir y los consejos de Utnaposhtim no le valen. ¿Acaso no es Utnaposhtim como él?



Sin embargo Gilgamesh va a fracasar en su propósito de alcanzar la inmortalidad, aunque Utnapishtim, asombrado, a pesar de todo, de su osadia, le cuenta de la existencia de cierta planta que le hará recuperar su juventud y que tras conseguirla finalmente le roba una serpiente mientras se baña.


Regresa pues Gilgamesh a su ciudad natal, Uruk y llora ante las murallas de Uruk y el fantasma de Enkidú su fracaso y le pregunta por cómo es la vida más allá de la muerte.


Enkidú se niega a contarle a su amigo la triste realidad de la muerte, pero el poema y la vida de Gilgamesh nos vienen a contar que la muerte es inevitable y que todos los hombres van a morir, incluso Gilgamesh.


¡Gilgamesh, tu destino ha sido reinar, pero no vivir para siempre!


Con el viaje de Gilgamesh los antiguos sumerios pretendían enseñar que el verdadero sentido de la vida no es alcanzar la inmortalidad, don exclusivo de los dioses, sino entender que no estamos solos en el mundo, que para crecer y superarnos a nosotros mismos debemos caminar siempre al lado de alguien, un Enkidú o Urshanabi con el que superar las dificultades, celebrar los éxitos y consolarnos ante los fracasos y sobre todo, que el único modo de ser inmortal es dejando el recuerdo de nuestras buenas acciones en el corazón de quienes nos sobrevivan.

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