lunes, 26 de enero de 2009

Heliogábalo.El transenxual que gobernó Roma.

El verdadero nombre de Heliogábalo era Vario Avito Basiano y reinó en la capital del ya decadente imperio romano desde el año 218 al 222.
Estaba totalmente gobernado por su madre Julia Soemis Basiana y no realizaba ninguna gestión en la administración del estado sin que ella le diera el visto bueno. Mientras tanto Julia llevaba una vida similar a la de las mujeres que cobran por sexo, pero sin cobrar.

Mi profesor de Historia Antigua en la facultad nos habló de la vida de Heliogábalo como una "película de la más baja pornografía" y lo cierto es que sus excesos no tuvieron fin y es que el emperador era un declarado transexual que buscaba emisarios por toda Roma que le procurasen hombres bien dotados, dicen que con ellos le gustaba representar cierta escena que nosotros no vamos a reproducir porque no son horas.

A Heliogálbalo además le gustabaD depilaba todo su cuerpo y maquillaba además su rostro buscando parecerse lo más posible a la diosa Venus.

En Roma nadie se atrevía a rechazar una invitación para cenar con el emperador. Lo mejor que se podía esperar era una velada de lo más desagradable y lo peor una muerte particularmente indigna, porque el joven emperador dedicó su corto reinado a gastar pesadísimas bromas a algunos de sus infortunados súbditos como la de invitar a cenar a los siete hombres más gordos de Roma para sentarles en almohadones llenos de aire que eran pinchados de improviso por unos esclavos, derribando al suelo a los obesos comensales. A otros invitados se les servía comida artificial elaborada con cristal, mármol y marfil exigiendo la etiqueta y el protocolo que debian comerla, y cuando se servía auténtica comida, los invitados debían estar preparados para encontrar arañas en la gelatina o excremento de león en la repostería. Quien comía demasiado y se quedaba adormilado podía despertar en una habitación llena de leones, leopardos y osos. Heliogábalo era muy aficionado a los animales, y con frecuencia su carroza era tirada por perros, ciervos, leones o tigres, aunque también era pos de verlo llegar a una ceremonia oficial en una carreta tirada por mujeres desnudas.

Con frecuencia ordenaba a sus esclavos que recogiesen telas de araña, ranas, escorpiones o serpientes venenosas que enviaba como regalo a sus cortesanos. En cierta ocasión concibió la idea aparentemente placentera de derramar pétalos de rosa sobre los invitadas a una de sus cenas, pero empleó tantas que algunos de los comensales se asfixiaron, así mismo realizó sacrificios de toros en honor a Ceres y otras divinidades que se realizaban sobre una plataforma con orificios, bajo la que recibía la sangre de la víctima ofrendada.

Sacrificó víctimas humanas, eligiendo para ello en toda Italia niños nobles y hermosos cuyos padres y madres vivieran aún con el fin de que la muerte les resultara más dolorosa a ambos. Construyó unos baños públicos en la mansión imperial y, al mismo tiempo, abrió al pueblo los de Plauciano, para poder así descubrir las cualidades de los hombres mejor dotados sexualmente. Puso un particular empeño en que buscaran a los "onobelos", su significado en griego se nos escapa por ahora, por los lugares más escondidos de toda la ciudad y entre los marineros.

Durante su gobierno, encumbró al poder a Aurelio Zotico, un atleta de Esmirna con fama de "onobelos" llevado a Roma por orden suya, con quien se casó y al que quiso nombrar emperador sólo por el hecho de que a él le nombraran "Emperatriz".

Llamó para ocupar la prefectura del Pretorio a un bailarín que había actuado en Roma como actor, nombró prefecto de la guardia al auriga Cordio, cuidador de los alimentos de palacio al barbero Claudio y para recaudar los impuestos de herencias nombró a un mulatero, a un corredor, a un cocinero y a un cerrajero.
Sus despilfarros vaciaron las arcas del estado. En ocasiones se hacía construir un baño suntuoso que utilizaba una sola vez y luego lo mandaba destruir y se dice que fue el primero de los romanos que usó vestidos confeccionados totalmente en seda, llamando mendigos a los que usaban por segunda vez una vestimenta que ya hubieran lavado.
Jamás emprendió un viaje con menos de sesenta carruajes, disponía de carros cubiertos de piedras preciosas y oro y despreciaba los que estaban hechos de plata, marfil o bronce.
Cuentan que una vez capturó una ballena y la pesó, haciendo servir a sus amigos una cantidad de pescado proporcional al del peso de aquella, por supuesto había que comerselo.

Pero Roma no aprobaba su suntuosa manera de vivir, ni compartía su sentido del humor. Su propia guardia lo asesinó obedeciendo órdenes de su abuela. Ahogado en excrementos en una letrina, su cuerpo fue arrastrado por las calles de Roma y arrojado al Tíber con un peso atado al cuello para que no tuviera sepultura.
El excéntrico emperador acababa de cumplir diecisiete años de edad.

A Heliogábalo no se le perdonaron ni sus excesos ni el hecho de que se empeñara en nombrar emperador a un esclavo, sin embargo nadie puso ninguna objección al hecho de que fuera un declarado transexual y es que en ese sentido aún tenemos mucho que aprender de los conservadores romanos para los que no existían las etiquetas de "heterosexual, homosexual, bisexual o transexual" quedando todas ellas dentro del término "persona".

2 comentarios:

miguel angel perez diaz dijo...

Pues conocía la historia de este emperador. De todos los emperadores romanos, creo que fue el más villano y con falta de vista política (sus vicios podían ser perdonables pero no sus vilezas ni su falta de gobierno). Aún más sorprendente fue la edad en que empezó a envilecerse. Esta historia debiera ser un aviso a padres y alumnos, para que recuerden a dónde lleva la permisividad y la falta de rigor en la educación: quien mal anda, mal acaba generalmente...
Con respecto a onobelos, creo que los visitantes de tu blog se imaginarán lo que es. Aunque hay traducción no hace falta diccionario para saberlo. Jajaja.
Por último, me encanta el último párrafo.
Te estás superando, Loles. Un 10!!!

Gustavo dijo...

Todas sus crueldades y excesos hacen parecer a Neron y Caligula como aficionados a la vida disoluta.